Blanco y Negro

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matias
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Blanco y Negro

Mensaje por matias »

Estimados foristas, me he permitido copiar la siguiente historia de un blog,aquí les dejo la dirección: http://botellaenmano.blogspot.com/

"Roberto estuvo parado por lo menos tres cuartos de hora afuera de la casa de su amada, y recordaba cada segundo vivido en aquel edificio antiguo, tantos días y noches, tantas penas y alegrías, tantas y tantas conversaciones inconclusas que ese lugar albergaba. Después de recorrer y sentir cada rincón de las piezas, paró sólo para contemplar la baldosa bicolor de la entrada; cuadros blancos y negros distribuidos de manera de uniforme creaban el sendero que alguna vez recorrió más de 5 veces al día. Y que, además, le evocaban esas tardes completas junto a su suegro, el viejo sabio mañoso de Don Eulogio, a quién recodaba con regocijo. Ese hombre que le había enseñado las bondades de la vida, a ser recto, a no dejarse vencer por el destino y a manejar los peones y alfiles a piacere

-“El mosaico blanco y negro del tablero representa el bien y el mal, el alfa y el omega, el masculino y el femenino, el sol y la luna; el ajedrez es la lucha por el equilibrio, por la pasividad del cosmos” solía decir de vez en cuando Don Eulogio, espigado, de pelo cano y figura encorvada por estar sentado por horas y horas, días y días, frente al cuadrilátero donde vivía su pasión.

-“No sé si la clave serán los peones y los alfiles” le explicaba Roberto al anciano una de las tantas veces que medían sus habilidades. “Digamos que las armas poderosas y más hábiles son las que al final deciden el destino de la partida, por lo que ocuparlos es un mero trámite” concluía confiado moviendo a la Reina con afanosa confianza.

-“Quizás será por tu ímpetu joven, pero debes analizar más a fondo el ajedrez. Esto es más que un juego de estrategia, más que un simple movimiento de piezas. La rectitud en tu vida se mide aquí. ¿Acaso ves que me falta algo? Estaré viejo y aporreado, mas no por eso menos cuerdo. Toda mi fortuna está relacionada directamente con el ajedrez ¿Comprendes?”

Eulogio García era un hombre exitoso, dueño de muchas propiedades en Copiapó y de acciones en empresas petrolíferas extranjeras. Achacoso, siempre vivió con su familia y mantuvo una vida ejemplificar. De su única relación matrimonial nació su hijo Miguel y su hija Carolina. Su difunta esposa ya no lo acompañaba desde hacía décadas y sólo su primogénita lo acompañaba, a veces, cuando tenía tiempo.

Roberto Astudillo era un joven normal. 25 años, Publicista, estabilidad económica, buena familia, nunca le faltó nada. Conoció a Carolina en una fiesta, por una casualidad de la vida. Pensaba ya en matrimonio y en formar una familia lo antes posible.

-“Pavlov tenía una técnica infalible” reprochaba el muchacho de tez morena y grandes ojos pardos al desaliñado viejo. “Movía lo menos posible a los alfiles para potenciar a los caballos en el contraataque”. Le gustaba molestar al anciano con frases como esa; bien sabía que, para su anciana amistad, no había nada que lo hiciera cambiar de opinión.

-“Más temprano que tarde comprenderás mis sabias palabras. Ojala puedas recapacitar a tiempo” decía Eulogio casi lamentándose, respondiendo a las afirmaciones del moreno.

Los años pasaron y Roberto aún no desposaba a Carolina; la relación se desgasto. Llegó a tal punto que no se podían ver, y ya todo fue distinto. Él era un hombre exitoso, su capital se agrandaba cada día más, pero no fue capaz de seguir con un noviazgo insostenible. Se alejo, también, de su estimado Don Eulogio, de quién se despidió solemnemente a través de una carta. Abandonó el país con el dolor de su alma, dejando el amor de su vida en las manos del destino.

Una noticia, luego de un tiempo que ni el mismo Roberto recuerda, una carta los sorprendió en su despacho de Buenos Aires. Eulogio había dejado de existir. Corrió llorando a su departamento de soletero a recoger lo primero que encontró. Llegó a su encuentro con Carolina, casada, embarazada:

-“Mi padre te dejó esto” dijo la muchacha después de abrazar fuertemente a Roberto y compartir lágrimas por el difunto. “Me insistió desde que te fuiste de Chile que te lo entregara el día de su muerte”.

Roberto, Impávido, abrió la pequeña caja albinegra para salir de la duda. Era un peón y un alfil tallados en mármol, y una pequeña placa del mismo material, cuya leyenda tallada decía: “Mientras no equilibres la fuerza de tu peón, la rabia de tu Alfil y la habilidad de las otras piezas, nunca será feliz”.

Aquella sentencia lo decía todo. Cada palabra de aquel hombre ya en otro mundo se comprendía a cabalidad. Roberto lloraba desconsoladamente, pero sabía lo que seguía.

Ya nada sería igual. La casa que albergó todos esos recuerdos imborrables, y quizás cuanta otra cosa que sólo esas paredes, esos arbustos frondosos de la entrada, el limpia pies siempre limpio, y las tejas mohadas por el tiempo tenían noción de lo que había sucedido.

Contempló por última vez aquel viejo tablero, mientras las hojas trataban de escaparse del viento helado de ese invierno que, aunque no fue el más crudo, fue el más frío y penoso que aquel hombre debió soportar para entender el significado de su vida."
Obi-Wan
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Mensaje por Obi-Wan »

Extraordinaria historia, me dejó sin habla...

“Mientras no equilibres la fuerza de tu peón, la rabia de tu Alfil y la habilidad de las otras piezas, nunca será feliz”

En realidad para hallar un equilibrio en nuestras vidas, hemos de utilizar las habilidades de nuestras piezas, de nuestras armas para acceder a la sublime armonía de la vida.

Felicidades por ese cuento tan hermoso....

Lo seguiremos comentando
"Se ha visto a personas morir por haber pisado el agua y el fuego; jamás se ha visto morir a nadie por haber pisado el Camino de la Virtud".
Proverbio Taoísta


Fraternal y sempicordialmente:
Vuestro H:.
Héctor Ortega C.
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