Carísimos
Ye que estoy aprendiendo la forma de ser de este foro, buenísima, me voy a dejar de mensajes de mi propia cosecha, y voy a mandar mensajes espirituales. Es por intentar aportar un poco y además me mantiene activo en estudios espirituales y práctica de mecanografía.
Os voy a exponer temas de un maestro llamado Thich Nhat Hank, del libro titulado hacia la paz interior, la senda para alcanzar la armonía en nuestra vida cotidiana.
De su santidad el Dalai Lama:
Solo se puede alcanzar la paz mundial a través de la transformación interna del individuo; es un proceso díficil, pero es la única vía. Así lo expreso dondequiera que voy y me conforta ver que gentes de distintos modos de vida acogen positivamente mi mensaje. La paz debe desarrollarse en primer lugar dentro del individuo. Es más, me asiste el convencimiento de que el amor, la compasión y la generosidad son los fundamentos básicos de la paz. Sólo cuando esos sentimientos germinan en el interior de un individuo, éste o ésta son capaces de crear una atmósfera de paz y armonía. Esta atmósfera puede ser ampliada y difundida del individuo a la familia, de la familia a la comunidad y finalmente al mundo entero.
Hacia la paz interior es una guía para orientar el día según estos principios. Thich Nhat Hanh empieza por enseñarnos a conocer la respiración y a ser conscientes de los pequeños actos de nuestra vida cotidiana, a continuación nos muestra cómo utilizar las ventajas de tomar conciencia y de concentrarse para transformar y resolver los estados psicológicamente difíciles y, finalmente nos expone la conexión entre la paz personal, la paz interior y la paz en la Tierra. Este es un libro realmente útil, capaz de cambiar la vida individual y la de toda la sociedad.
Introducción del editor
Esta mañana paseaba lenta y reposadamente por un verde robledal mientras la luz rojiza y amarillenta del sol despuntaba en el horizonte. He recordado imágenes de la India, donde el año pasado algunos de nosotros nos reunimos con Thich Nhat Hanh para visitar los lugares donde Buda enseñó. En el trayecto hacia una cueva cercana a Bodh Gaya nos detuvimos en un campo rodeado de arrozales y recitamos este poema:
La Paz está en cada paso.
Este reluciente sol rojo es mi corazón.
Cada flor sonría conmigo.
Qué verdes y frescos con estos campos.
Qué calida es la brisa.
La paz está en cada paso.
Sigue la infinita senda de la alegría.
Estas líneas resumen la esencia del mensaje de Thich Nhat Hanh en 1982 a raíz de su participación en la conferencia Reverence for Live en Nueva York. Yo era uno de los primeros budistas americanos que él conoció, y se quedó fascinado al ver que yo vestía como los novicios y que tenía el mismo aspecto y en cierto modo actuaba igual que los monjes a los que él había adoctrinado en Vietnam durante dos décadas. Cuando Richard Baker-roshi, mi maestro, le invitó a que visitara nuestro centro de meditación en San Francisco el año siguiente, aceptó encantado y así empezó una nueva fase en la extraordinaria vida de este amable monje al que Baker-roshi caracterizó como "un cruce entre una nube, un caracol y una pieza de ingeniería pesada; una auténtica presencia religiosa".
Thich Nhat Hanh nació en el centro de Vietnam en 1926 y fue ordenado sacerdote budista en 1942 a la edad de dieciséis años. Ocho años más tarde fue uno de los fundadores del que iba a convertirse en el centro de estudios budistas más importante del Vietnam, el An Quang Buddhist Institute.
En 1961 Thich Nhat Hanh vino a los Estados Unidos a estudiar e impartir clases de religión comparada en las Universidades de Columbia y Princeton. En 1963 sus amigos monjes de Vietnam le telegrafiaron que regresara para apoyarles en su labor de detener la guerra que siguió a la caída del régimen opresor de Diem. Régresó inmediatamante y lideró uno de los movimientos de resistencia no violenta -fundamentado en los principios de Gandhi- más importantes del mundo.
En 1964, junto a un grupo de profesores universitarios y estudiantes, Thich Nhat Hanh fundó en Vietnam la Escuela de la Juventud para el Servicio Social -a la que la Prensa americana llamó el "pequeño batallón para la paz"-, cuyos jóvenes equipos se desplazaban a las zonas rurales para levantar escuelas y clínicas, y más tarde para reconstruir pueblos que habían sido bombardeados. Cuando cayó Saigón había más de 10000 monjes, religiosas y jóvenes voluntarios sociales trabajando en esa labor. El mismo año colaboró en la creación de la que sería la editorial más importante del Vietnam, "LA Boi Press". Thich Nhat Hanh, en sus libros y en sus decisiones como editor jefe de la publicación oficial de la Iglesia Budista Unificada, clamaba por la reconciliación de los sectores que luchaban en Vietnam, y sus escritos fueron censurados por los dos gobiernos enfrentados.
En 1966, a petición de los monjes que seguían sus pasos, aceptó la invitación del "Fellowship of Reconciliation and Cornell University" de viajar a Estados Unidos para "describir las aspiraciones y las agonías de las masas ignoradas del pueblo vietnamita" (New Yorker, 25 de junio de 1966). Tenía un apretado programa de charlas y reuniones privadas y habló enardecidamente a favor del alto el fuego y de una solución negociada. Martin Luther King Jr., quedó tan conmovido por Naht Hanh y su propuesta de paz, que reivindicó para él el Premio Nobel de la Paz de 1967 con las siguientes palabras: "Nadie es más meritorio del Premio Nobel de la Paz que este amable monje vietnamita." En gran medida, la notoriedad que más tarde adquirió King fue debida a la influencia de Thich Nhat Nanh, con el que participó en Chicago en una conferencia y una rueda de prensa contra la guerra.
Cuando Thomas Merton, el archiconocido místico y monje católico, conoció a Thich Nhat Hanh en Getsemaní, su monasterio, cerca de Louisville, Kentucky, les dijo a sus estudiantes: "Sólo la forma con que ha abierto la puerta y ha entrado en la habitación y nos muestra su sabiduría. Es un auténtico monje". Merton llegó a escribir un ensallo titulado "Nhat Hanh es mi hermano" en el que expresó un apasionado ruego de que se escucharan sus propuestas de paz y prestó su apoyo incondicional al alegato pacifista de Nhat Hanh. Tras imporantes reuniones en Washington con los senadores Fullbright, Kennedy y con el secretario de Defensa MAcNamara, entre otros, Thich Hnat Hanh viajó a Europa, donde se entrevistó con varios jefes de estado y autoridades de la Iglesia Católica y celebró dos audiencias con el papa Pablo VI en demanda de cooperación entre católicos y budistas para lograr la paz en Vietnam.
En 1969, a instancias de la Iglesia Budista Unificada de Vietnam, Thich Nhat Hanh constituyó la Delegación Budista para la Paz que asistiría a la Conferencia para la paz en París. Tras la firma de los acuerdos para el paz en 1973 le fue denegado el permiso para regresar a Vietnam y formó "Sweet Potato", una pequeña comunidad a unas cien millas del suroeste de París. Entre 1976 y 1977 Nhat Hanh participó en una operación para rescatar una embarcación de refugiados en el golfo de Siam que las hostilidades entre los gobiernos de Tailandia y Singapur hicieron fracasar. Durante los cinco años siguientes permaneció en "Sweet Potato", meditando, leyendo, escribiendo, encuadernando libros, cuidando de su jardín y recibiendo visitas de vez en cuando.
En junio de 1982 Thich Nhat Hanh viajó a Nueva York y a finales de ese mismo año fundó "Plum Village", un gran centro de retiro rodeado de viñedos y campos de trigo, maíz y girasoles, cerca de Burdeos. En 1983 fue de nuevo a Norteamérica para fomentar retiros y lecturas inspiradas en una vida de concentración y responsabilidad social que "dotara de paz el momento que vivimos".
A pesar de que Thich Nhat Hanh no podía volver a su país natal, sus manuscritos y sus libros continuaban circulando ilegalmente por Vietnam. Su presencia se percibía también entre sus estudiantes y compañeros del mundo entero que trabajaban con ahínco intentando liberar al sufrido y desamparado pueblo de Vietnam, ayudando clandestinamente a familias hambrientas y haciendo campaña a favor de escritores, artistas, monjes y religiosas que estaban presos por sus creencias y su arte. También se ocupaban de refugiados amenazados de repatriación y enviaban ayuda espiritual a los refugiados de los campos de Tailandia, Malasia y Hong Kong.
En la actualidad, a sus sesenta y cuatro años, Thich Naht Hanh sigue pareciendo veinte años más joven y se ha convertido en uno de los grandes maestros del siglo XX. Inmersos en la obsesión por la velocidad, la eficencia y el éxito material que caracteriza a nuestra sociedad, la capacidad de Thich Nhat Hanh de caminar pausada, pacífica y reposadamente, y sus enseñanzas que nos conminan a hacer los mismo, le valieron la entusiasta recepción que se le dispensó en el Oeste. Si bien su forma de expresarse es simple, su mensaje revela la quintaesencia de un profundo conocimiento de la realidad procedente de sus meditaciones, su formación budista y su trabajo por todo el mundo.
Su método consiste en enseñar a concentrarnos en nuestra respiración -a notar nuestro aliento- y, a través de la respiración consciente, adquirir la conciencia de cada uno de los actos de la vida diaria. Meditar es algo que no se hace únicamente en una sala destinada a ese fin; lavar los platos con la mente puesta en ello puede ser tan sagrado como inclinarse reverentemente o prender una varilla de incienso. También afirma que crear una sonrisa en nuestro rostro relaja todos los músculos de nuestro cuerpo -lo llama su "boca yoga"-, y efectivamente, estudios recientes han demostrado que cuando flexionamos la musculatura facial expresando alegría, producimos efectos realmente benéficos para nuestro sistema nervioso. Nos recuerda que la paz y la felicidad están a nuestro alcance si conseguimos que nuestro lejano y distraído pensamiento regrese al presente y advierta el azul cielo, la sonrisa de un niño, la belleza de la salida del sol. "si estamos en paz, si somos felices, si podemos sonreír, nuestra familia y la sociedad en la que vivimos se beneficia de nuestra paz.
Hacia la paz interior es un libro de advertencias. Inmersos en el torbellino de la vida moderna tendemos a alejarnos de la paz que podría estar con nosotros a cada instante. La creatividad de Thich Nhat Hanh radica en su habilidad para dar la vuelta a esas situaciones que normalmente nos presiona y nos contrarían. Para él, el timbre del teléfono es una señal para hacernos volver a nuestro auténtico interior; los platos sucios, los semáforos en rojo, los atascos de tráfico son compañeros espirituales en el camino de la concentración. La más profunda de nuestras satisfacciones, el sentimiento de plenitud y la elagría más intensa está cerca de nosotros, en el próximo aliento o en la sonrisa consciente que podemos esbozar ahora mismo.
Hacia la paz interior es una recopilación de las lecturas de Thich Nhat Hanh, de sus escritos publicados, de lo inédito y de conversaciones informales que mantuvo con un pequeño grupo de amigos -Therese Fitzgerald, Michael Katz, Jane Hirshfield y yo- que trabajamos estrechamente con Thây Nhat Hanh (que se pronuncia "Ti" y significa "maestro" en vietnamita), y con Leslie Meredith, su atenta, diligente y sensible editora en "Bantam". Patricia Curtan puso el hermosísimo diente de león. También quiero expresar mi agradecimiento especial a Marion Tripp por su Poema del diente de León.
Este libro es un mesaje clarísimo y muy directo, es más, es un bodhisattva que ha dedicado su vida a la iluminación de los demás. Las enseñanzas de Thich Nhat Hanh son a la vez evocadoras y prácticas. Espero que el lector disfrute de este libro tanto como yo he gozado haciéndolo posible.
Arnold Kotler
Thenac, Francia
julio de 1990
Hacia la paz interior
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Hacia la paz interior
Me considero un buscador del saber real de todos los tiempos, para ello me gusta de relacionar con personas que puedan aportarme conocimientos.
hola : me parce que eso de la retencion no se me da mucho pero de lo poco que me quedo te felicito por ser tan descriptivo. y a decir verdad eso de la paz en cada paso, acto, o el simple echo de lavar un plato nisiquiera lo habia pensado y en lo personal me causa un poco de tranqulidad. me gustaria mucho leer ese libro.
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Una de mis amigas estuvo en Plum Village. Hablaba de Thich Nhat Hanh como un ser humilde, bondadoso, silente... como una nada.
En los descansos, los discípulos revoloteaban por el patio, charlando animadamente unos con otros, en pequeños corros.
En un momento, alguien advertía que el Maestro se alejaba de entre ellos. Había estado entre ellos, escuchándolos, pero era tan silencioso que su presencia pasaba inadvertida. Total ausencia de ego. Un verdadero Buda.
Ya que la introducción del editor aportada por Gregorio Jesús nos ha dado a conocer someramente a Thich Nhat Hanh, me gustaría traer unos versos escritos por él.
El maestro zen Thich Nhat Hanh, vivió teremendas atrocidades durante la guerra de Vietnam. Su respuesta a la violencia que reinaba en el país, fue el Amor.
Thich Nhat Hanh no hacía política. Su modo de afrontar el sufrimiento y la violencia no tiene nada que ver con la política.
En la guerra del Vietnam organizó pequeños grupos de jóvenes que recorrían las aldeas ayudando a las pobres gentes masacradas por la guerra. Lo llamó la Escuela de Jóvenes para el Servicio Social. Su actitud no fue hacer guerrilleros, sino cuidadores y sanadores de las heridas del cuerpo y el alma.
Estos jóvenes arriesgaban su vida a diario. Con frecuencia eran confundidos con guerrilleros. Thich Nhat Hanh les escribió un poema recomendándoles que se preparasen a morir sin odio. A veces, eran golpeados o/y asesinados y el maestro los preparaba para morir en paz. Me pregunto qué sintieron sus asesinos al verles morir con esta actitud.
Thich Nhat Hanh les decía:
Y también:
El poema que escribió para estos jóvenes del Servicio Social es este:
RECOMENDACIÓN:
Prométeme,
prométeme hoy mismo,
prométeme ahora,
cuando el Sol está sobre nuestras cabezas
exactamente en el cénit,
prométeme:
Aun cuando te golpeen
con una montaña de odio y violencia,
aun cuando te pisoteen y te aplasten
como a un gusano,
aun cuando te desmiembren y te destripen,
recuerda, hermano,
recuerda: el ser humano no es nuestro enemigo.
Lo único digno de ti es la compasión,
invencible, ilimitada, incondicional.
El odio nunca te dejará enfrentar
al animal salvaje que hay en el hombre.
Un día, cuando te enfrentes solo a este animal salvaje,
con tu valor intacto, tus ojos llenos de bondad,
tranquilos,
(aun cuando nadie pueda verlos),
de tu sonrisa
se abrirá una flor.
Y aquellos que te aman
te verán
atravesar diez mil mundos de nacimientos y muertes.
Solo de nuevo,
caminaré con la cabeza inclinada,
sabiendo que el amor se ha hecho eterno.
Sobre el camino largo y rudo,
continuarán brillando
el Sol y la Luna.
Thich Nhat Hanh cuenta esto en un libro de poemas titulado "Llamadme por mis verdaderos nombres" (está editado por ediciones "La Llave")
Me impresionó este párrafo:
"Recuerda: el ser humano no es nuestro enemigo
Lo único digno de ti es la compasión,
invencible, ilimitada, incondicional."
Un saludo
En los descansos, los discípulos revoloteaban por el patio, charlando animadamente unos con otros, en pequeños corros.
En un momento, alguien advertía que el Maestro se alejaba de entre ellos. Había estado entre ellos, escuchándolos, pero era tan silencioso que su presencia pasaba inadvertida. Total ausencia de ego. Un verdadero Buda.
Ya que la introducción del editor aportada por Gregorio Jesús nos ha dado a conocer someramente a Thich Nhat Hanh, me gustaría traer unos versos escritos por él.
El maestro zen Thich Nhat Hanh, vivió teremendas atrocidades durante la guerra de Vietnam. Su respuesta a la violencia que reinaba en el país, fue el Amor.
Thich Nhat Hanh no hacía política. Su modo de afrontar el sufrimiento y la violencia no tiene nada que ver con la política.
En la guerra del Vietnam organizó pequeños grupos de jóvenes que recorrían las aldeas ayudando a las pobres gentes masacradas por la guerra. Lo llamó la Escuela de Jóvenes para el Servicio Social. Su actitud no fue hacer guerrilleros, sino cuidadores y sanadores de las heridas del cuerpo y el alma.
Estos jóvenes arriesgaban su vida a diario. Con frecuencia eran confundidos con guerrilleros. Thich Nhat Hanh les escribió un poema recomendándoles que se preparasen a morir sin odio. A veces, eran golpeados o/y asesinados y el maestro los preparaba para morir en paz. Me pregunto qué sintieron sus asesinos al verles morir con esta actitud.
Thich Nhat Hanh les decía:
Nuestro enemigo es nuestra cólera, nuestro odio, nuestra codicia, nuestro fanatismo y nuestra discriminación contra los seres humanos. Si mueres a causa de la violencia, debes meditar sobre la compasión para olvidar a aquellos que te matan. Cuando mueres alcanzando este estado de compasión, eres un verdadero hijo del Despierto.
Y también:
“Cuando existe una relación madura entre las personas, siempre surge la compasión y el perdón.”
El poema que escribió para estos jóvenes del Servicio Social es este:
RECOMENDACIÓN:
Prométeme,
prométeme hoy mismo,
prométeme ahora,
cuando el Sol está sobre nuestras cabezas
exactamente en el cénit,
prométeme:
Aun cuando te golpeen
con una montaña de odio y violencia,
aun cuando te pisoteen y te aplasten
como a un gusano,
aun cuando te desmiembren y te destripen,
recuerda, hermano,
recuerda: el ser humano no es nuestro enemigo.
Lo único digno de ti es la compasión,
invencible, ilimitada, incondicional.
El odio nunca te dejará enfrentar
al animal salvaje que hay en el hombre.
Un día, cuando te enfrentes solo a este animal salvaje,
con tu valor intacto, tus ojos llenos de bondad,
tranquilos,
(aun cuando nadie pueda verlos),
de tu sonrisa
se abrirá una flor.
Y aquellos que te aman
te verán
atravesar diez mil mundos de nacimientos y muertes.
Solo de nuevo,
caminaré con la cabeza inclinada,
sabiendo que el amor se ha hecho eterno.
Sobre el camino largo y rudo,
continuarán brillando
el Sol y la Luna.
Thich Nhat Hanh cuenta esto en un libro de poemas titulado "Llamadme por mis verdaderos nombres" (está editado por ediciones "La Llave")
Me impresionó este párrafo:
"Recuerda: el ser humano no es nuestro enemigo
Lo único digno de ti es la compasión,
invencible, ilimitada, incondicional."
Un saludo