
Debemos poner nuestra mente en la Europa de Mediados del siglo X como nacimiento de la doctrina y hasta bien entrado el siglo XIII. Pero vayamos por partes en nuestra historia.
Voy a dividir esta entrada en dos partes, en la primera trataré de indicar un poco lo que era el catarismo y el porqué del peligro para la Iglesia de la época. En la segunda entrega veremos la crudeza de la persecución contra ellos
¿Por qué fue peligroso el catarismo?
Vamos a comenzar primero por esta pregunta, luego habrá tiempo para desgranar un poco lo que era el catarismo. El principal peligro fue que los cátaros consiguieron el apoyo de muchos nobles en detrimento de la iglesia católica; esto se traducía en una pérdida de poder de la propia Iglesia y eso era algo que la curia Romana no podía permitir. Asimismo, entre los cátaros era común que las mujeres y los hombres estuviesen en igualdad de condiciones, incluso existían mujeres ordenadas “sacerdotes” cátaras. Todo cátaro poseía una copia de la Biblia y traducida a su idioma. En aquel tiempo, la posesión de una Biblia estaba prohibida por la Iglesia, y mucho menos en otro idioma que fuera el latín. Lo más que se permitía era determinadas partes y en latín. El resultado es que casi todos los cátaros sabían leer su propia lengua, lo cual, dada la época era extraño. Por otro lado, gente que sabe leer y pensar se vuelve difícil de engañar y de subyugar, lo cual era lo normal en el pueblo llano bajo el mando de los nobles y reyes.
No se precisa decir mucho más para ver el peligro que suponían para el orden establecido. Como siempre sucede, la manera de eliminarlos fue la de siempre: primero se les tachó de herejes, de adorados del diablo y de todo lo que la Iglesia pone como lo peor de lo peor y, al final, visto que no funcionaba, se empezó una cruzada contra ellos que terminó con su total exterminio.
La doctrina Cátara
Los cátaros se caracterizaban por una teología dual, según ellos, el mundo o Universo se compone realmente de dos mundos en constante conflicto: el mundo espiritual creado por Dios y el mundo material creado por Satanás. De acuerdo con la compresión cátara, el Reino de Dios no es del mundo humano, Dios creo el cielo y las almas. El mundo material, que podemos asociar a la Tierra que habitamos fue fruto de Satanás que mantiene las almas atrapadas en un cuerpo humano y material. Este punto era contrario a lo enseñado por la Iglesia que afirmaba que la Tierra había sido creado por Dios.
De acuerdo a sus creencias los cátaros pretenden hacerse iluminados y merecedores de la vuelta a la etapa superior o Divina y en su camino es toda una revolución a los ejes filosóficos cristianos.
Los cátaros creían en la reencarnación de las almas la cual tendría lugar las veces necesarias hasta que se alcanzase la iluminación necesaria. La mejor manera de lograr escapar de esta vida Terrenal era el ascetismo, la vida contemplativa, el autoconocimiento y evitar la corrupción del mundo. Los que seguían estas normas de vidas eran conocidos como los Perfectos y se les consideraba herederos de los apóstoles con poder para borrar los pecados. Vemos en todo esto una mezcla de creencias orientales y gnósticas que hace pensar a muchos estudiosos una posible conexión con las zona Oriental.
Comúnmente, la ceremonia de eliminación de los pecados, llamada consolamentum, se llevaba a cabo en personas a punto de morir. Después de recibirlo, el creyente era alentado para dejar de comer a fin de acelerar la muerte y evitar la “contaminación” del mundo. El consolamentum era el único sacramento de la fe cátara.
No tenían ningún rito matrimonial, sino que presentaban una fuerte oposición a este. Según las fuentes inquisitoriales, entre los sectarios estaba permitida la práctica de la homosexualidad; cosa falsa y de la que también serían acusados los templarios en épocas posteriores.
Los cátaros afirmaban también otras creencias opuestas a la doctrina católica. En sus polémicas decían que Jesús había sido una aparición que mostró el camino a Dios porque un Dios bueno, cuya naturaleza es del todo espiritual, no se podía reencarnar en forma material, ya que todos los objetos materiales estaban contaminados por el pecado al ser la Tierra fruto de su enemigo Satanás. Esta creencia específica se denominaba docetismo. Dado que la Biblia habla de Yavhé, los cataros asociaban ese nombre a la figura de Satanás, por lo que negaban así toda veracidad del antiguo testamento.
Para sustentar su creencia, los cátaros decían que el pecado fue originado en el mundo espiritual y el castigo es el que ahora estamos pagando viviendo en un mundo terrenal que es propiedad de Satanás. En palabras más simples, el infierno de los cristianos no es tal, el infierno es la propia Tierra. Dado que la Iglesia católica defiende la Tierra como creación de Dios, los cátaros decían que la Iglesia Católica no era la iglesia de Dios sino la iglesia de Satanás.
Si nos trasladamos a la época no era difícil ver que tuviesen motivos de ellos, el gran poder acumulado por la Iglesia, sus posesiones y dineros que hacían que sus mandatarios viviesen a cuerpo de Rey mientras el pueblo llano se moría literalmente de hambre subyugados por impuestos de la nobleza y el clero, no parecen indicar una postura precisamente espiritual.
Los cátaros, no solo creían en todo lo dicho, sino que lo practicaban. No tenían pertenencias propias y compartían todo lo que tenían con los necesitados. La nobleza, mucha de ella cristiana, pero ahogada por los prestamos de la Iglesia y los impuestos y protecciones que se veían obligadas a prestar acabó, en muchas partes de Europa por acercarse a los Cátaros y acabar por protegerles en contra de la Iglesia. Este punto fue, con mucho, el detonante del ataque contra ello pues, en realidad, tampoco eran tantos como para poner en peligro la supremacía de la Fé.
Al llegar al siglo XIII, la fe cátara ya entró firmemente en la vida occitana. Los castillos situados en las montañas sobre el mar se hicieron la expresión física de las alturas espirituales, en las cuales habitaban los cátaros
Nos queda pendiente como se expandieron y la temible persecución que sufrieron, con auténticas masacres incluso para lo que era la época.
Expansión
Las doctrinas cátaras llegaron probablemente desde Europa oriental a través de las rutas comerciales. Los historiadores atan el inicio del movimiento cátaro con la Escitia antigua, donde San Andrés, según las leyendas rusas antiguas, portó el misterio del Grial a las tierras eslavas como “la fe de los puros y perfectos”, “la fe de los hombres buenos”.
El catarismo eslavo ejerció una colosal influencia en la espiritualidad de Rusia. El catarismo, desalojado por Bizancio, a través de Bulgaria partió a Occidente y tomo su mayor influencia en la zona Albigense, de donde los cátaros reciben el nombre de Albigenses.
Una vez llegados a la Europa occidental, los cátaros difundieron su enseñanza en muchos países. Los primeros cátaros aparecieron en Lemosín hacia el año de 1015. Algunos fueron descubiertos y ejecutados en la ciudad langüedociana de Toulouse en 1022. La creciente comunidad fue condenada por la Iglesia. Se enviaron predicadores para combatir la propaganda cátara a principios del siglo XII. Sin embargo, los cátaros ganaron influencia en Occitania debido a la protección dispensada por Guillermo, duque de Aquitania, y por una proporción significativa de la nobleza occitana. El pueblo estaba impresionado por los Perfectos y por la predicación antisacerdotal de algunos de ellos ya que veían que lo predicado por los sacerdotes en nada se parecia a la realidad. La Iglesia predicaba la pobreza, el repartir entre los más necesitados y, muy amenudo, era la propia Iglesia la que más ateseroba y el pueblo el que cada dia era más pobre. No olvidemos que en aquella época los campesinos pagaban el diezmo a la iglesia ya que ella era la dueña de la mayoría de los campos y no los propios campesinos.
Por otro lado, el apoyo que ciertos nobles empezaron a dar a los Cátaros comenzó a preocupar a los Reyes, pues vieron en todo ello un posible foco de enfrentamiento. Así pues, Reyes, nobleza e Iglesia se unieron en la persecución y exterminio de la orden cátara.
Persecución

Se produjeron varios concilios contra los cátaros en este periodo —en particular, el Concilio de Tours (1163) y del Tercer Concilio de Letrán (1179)— pero apenas tuvieron mayor efecto.
Poco después sube al trono de San Pedro el Papa Inocencio III y la decisión de resolver el problema cátaro mediante una cruzada provocó un cambio muy importante en la política occitana: la alianza de los condes de Tolosa con la Casa de Aragón.
Al principio, el papa Inocencio III probó con la conversión pacífica, enviando legados a las zonas afectadas. Los legados tenían plenos poderes para excomulgar, pronunciar interdictos e incluso destituir a los prelados locales. Sin embargo, éstos no tuvieron que lidiar únicamente con los cátaros, con los nobles que los protegían, sino también con los obispos de la zona, que rechazaban la autoridad extraordinaria que el papa había conferido a los legados. Hasta tal punto que, en 1204, Inocencio III suspendió la autoridad de los obispos en Occitania.
Ante lo inútil de los esfuerzos diplomáticos el Papa decretó que toda la tierra poseída por los cátaros podía ser confiscada a voluntad y que todo aquel que combatiera durante cuarenta días contra los “herejes”, sería liberado de sus pecados. La cruzada logró la adhesión de prácticamente toda la nobleza del norte de Francia.
La batalla de Béziers, que, según el cronista de la época Guillermo de Tudela, obedecía a un plan preconcebido de los cruzados de exterminar a los habitantes de las bastidas o villas fortificadas que se les resistieran, indujo al resto de las ciudades a rendirse sin combatir, excepto Carcasona, la cual, asediada, tendrá que rendirse por falta de agua. Aquí, sin embargo, los cruzados, tal como lo habían negociado los cruzados con el rey Pedro el Católico (señor feudal de Ramón Roger Trencavel), no eliminaron a la población, sino que simplemente les obligaron a abandonar la ciudad. A partir de entonces se comienza a actuar contra los cátaros, condenándoles a morir en la hoguera.
En julio de 1209, en Béziers murieron cerca de 30.000 personas, fue toda una matanza en la que ni los mayores, niños ni mujeres se salvaron. Prueba del horror de las persecuciones es que un obispo siempre iba a mando de los cruzados. Muchas ciudades optaron por expulsar a los cataros ante la petición de los cruzados; pero hubo algunas que no veían nada malo en aquella gente que no se metía con nadie y que eran casi poco menos que ascetas y se negaron a ello. Uno de eses obispos, ante la pregunta de los cruzados de como diferenciar a los cataros de los buenos católicos que había dentro de la ciudadela que estaban a punto de asaltar, recibieron como única respuesta: ¡Matadlos a todos, Dios sabrá diferenciar a unos de los otros!
El 16 de marzo de 1244 tuvo lugar un acto, en donde los líderes cátaros, así como más de doscientos seguidores, fueron arrojados a una enorme hoguera en el prat dels cremats (prado de los quemados) junto al pie del castillo. Más aún, el Papa (mediante el Concilio de Narbona en 1235 y la bula Ad extirpanda en 1252) decretó severos castigos contra todos los laicos sospechosos de simpatía con los cátaros.
Perseguidos por la Inquisición y abandonados por los nobles, los cátaros se hicieron más y más escasos, escondiéndose en los bosques y montañas, y reuniéndose sólo subrepticiamente. El pueblo hizo algunos intentos de liberarse del yugo francés y de la Inquisición, estallando en revueltas al principio del siglo XIV. Pero en este punto la secta estaba exhausta y no pudo encontrar nuevos adeptos. Tras 1330, los registros de la Inquisición apenas contienen procedimientos contra los cátaros.
Fuente: http://iluminando.org/2010/02/03/cataros-parte-1-de-2/