Celebramos el despertar de la vida, olvidamos su final y cuando llega sufrimos.
Vivimos con la idea de que somos un ser concreto, nos creamos una personalidad con la que nos identificamos. En realidad somos un proceso con un comienzo y un final.
En el espacio intermedio crecemos, evolucionamos, cambiamos sin cesar nos demos cuenta o no, establecemos relaciones con quienes nos rodean y cada partida deja una carencia en el medio en el que nos movemos, en nuestra mente y nuestros sentimientos.
Nuestra sociedad esconde la muerte. Muchas veces se muere en hospitales en un entorno ajeno donde no hay lugar a despedidas serenas. El fallecido se hace desaparecer rápidamente de la vista de su familia, es llevado al depósito en los sótanos del hospital donde se hace cargo de él la funeraria y solo se le vuelve a ver en una sala metido en una caja.
No hay tiempo para la despedida. Envueltos en una nube de amigos y familiares, rodeados de frases hechas y de un ceremonial que pocos sentimos, nos quedamos con los sentimientos rotos y una sensación de carencia, de algo que queda inexpresado...
No tiene por qué ser así.
Ayer vi la película "Despedidas" de Yojiro Takita, un film japonés que mereció un óscar a la mejor película extranjera y 10 premios de la academia cinematográfica japonesa. En ella se describe el modo tradicional japonés de despedir a quienes han muerto, en casa, con cariño, con profesionales que amortajan el cuerpo con delicadeza exquisita ante sus familiares, en el mismo lugar donde han vivido.
En este espacio, en la propia casa afloran los sentimientos de modo natural y las despedidas son reales, no ficticias. No se huye de la muerte, se la asume.

La música es de Joe Hisaishi, uno de los mejores compositores actuales de bandas sonoras (recordar "El viaje de Chihiro" o "La princesa Mononoke"). Pueden escucharla aquí y bajarla: http://www.imeem.com/p00llux/music/TKSc ... epartures/
Otro fragmento: http://www.youtube.com/watch?v=oHO_mZ3F974
Joe Hisaishi

La pregunta que me hago es si nuestra sociedad está preparada para una despedida como esta, íntima, con poca gente presente, tan solo familiares directos o alguna persona muy cercana. Me pregunto si estamos preparados para una despedida así, presenciando cómo se prepara el cuerpo, y dejando salir nuestros sentimientos más profundos.
La impresión que tengo es que nuestro modo habitual de despedirnos de las personas que amamos no es el mejor posible.
Queda en el aire, ustedes dirán


Un abrazo
