¿Crecimiento o decrecimiento?

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Aurora
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¿Crecimiento o decrecimiento?

Mensaje por Aurora »

¿Es posible mantener el actual sistema económico basado en crecer ilimitadamente en un mundo con recursos limitados?
Acaba de publicarse un interesante artículo en el que se plantea la posibilidad del decrecimiento como único sistema viable.
Les invito a debatir tal concepto, para lo cual transcribo el artículo en cuestión aparecido aquí: http://www.elmundo.es/elmundo/2008/11/0 ... 77873.html
El remarcado en negrita y color es mío. Las imágenes no pertenecen al artículo, están añadidas a modo de ilustración.

Crecer o no crecer

* ¿Es posible crecer ilimitadamente en un mundo con recursos limitados?
* Expertos y pensadores plantean la posibilidad de tender al decrecimiento

TANA OSHIMA

¿Desaceleración? ¿Recesión? ¿Crisis consolidada? Los titulares de la prensa de los últimos meses han desatado la alarma sobre lo que algunos pensadores, economistas y ecologistas revolucionarios consideran un desastre anunciado. ¿Realmente nos hemos creído que es posible un crecimiento ilimitado en un mundo limitado? Ésta es la pregunta que los impulsores de este movimiento en auge que no nuevo, llamado decrecimiento, lanzan al aire al tiempo que responden con rotundidad: no es posible continuar creciendo a este ritmo porque no hay recursos naturales suficientes.




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Desde el siglo XVIII se ha transformado el 45% del territorio del planeta. Hoy, las ciudades ocupan el 2% de todos los continentes y crecen a un 0,25% anual. En el último siglo, la población se ha cuadruplicado �y continúa creciendo un 1% cada año� y el consumo energético y de agua por persona se ha multiplicado por 20. Científicos y decrecentistas nos alertan: «¡Hemos sobrepasado la capacidad de carga de la Tierra!».

Y es un desastre anunciado porque ya lo habían advertido expertos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en los 70 cuando prepararon un informe para el Club de Roma, y mucho antes Mahatma Gandhi, y mucho antes los mismos economistas clásicos, como John Stuart Mill o Joseph Schumpeter, quienes auguraban que la acumulación indefinida no era posible y que tarde o temprano vendría el estancamiento. Pero la euforia económica de la segunda mitad del siglo XX trajo consigo la amnesia y pronto el mundo se olvidó de sus propios límites.

La teoría del decrecimiento se presenta como una alternativa, una tercera vía hacia un mundo más feliz, que va más allá del desarrollo sostenible (al que considera un oxímoron), pero más que proponer una solución concreta pretende romper con la creencia arraigada equiparable, según sus impulsores, a la fe religiosa de que el crecimiento económico aporta bienestar. El Producto Interior Bruto (PIB), dicen, es un indicador irreal, pues no tiene en cuenta el valor de los recursos naturales, que deberían estar integrados en la economía, ni los valores intangibles que sí repercuten en el flujo económico (como el trabajo doméstico o el deterioro de la vida social debido a un exceso de trabajo), ni la calidad de vida de las personas.




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El sistema económico necesita un crecimiento continuado para mantenerse.

La idea es que hoy no somos más ricos porque tengamos más coches, sino más pobres porque tenemos menos selva amazónica. En palabras del antropólogo y economista francés Serge Latouche, uno de los actuales guías de este movimiento, vivimos en «una dictadura del índice de crecimiento» que «fuerza a las sociedades desarrolladas a vivir fuera de toda necesidad razonable». Es decir, la economía actual no puede sobrevivir sin dejar de crecer, de modo que cualquier desaceleración en el crecimiento supone un duro golpe a sus cimientos, y su buena salud pasa por continuar creciendo exponencialmente. La acumulación indefinida de bienes y servicios es, de hecho, el motor del actual modelo económico. Y no es cuestión de capitalismo o socialismo, señalan, ya que todos los modelos conocidos hasta ahora se han basado en el crecimiento.

Latouche recuerda la infelicidad que está provocando el modelo vigente, con un índice cada vez mayor de suicidios, ansiedad, miedo y necesidad de protegerse de los efectos adversos del desarrollo. Precisamente, el sistema de acumulación exponencial que mantenemos hoy es, según él, el que conduce a la enfermedad social llamada consumismo, que genera una avidez ilusoria y nos hace despreciar los objetos que tenemos aún válidos, pero no nuevos para desear los que no tenemos y que el mercado nos ofrece en bandeja. Un sistema que ha llegado a su propia contradicción, ya que el ritmo acelerado de producción de bienes sería casi inversamente proporcional al ritmo de pérdida de recursos naturales. «La rueda gira cada vez más rápido sólo para mantenernos igual, o peor», explica Ernest García, catedrático de Antropología en la Universidad de Valencia.




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El decrecimiento invita a adoptar voluntariamente un estilo de vida más sencillo.

Por eso, más que nunca, para los decrecentistas, el objetivo es romper con la actual tendencia y devolver el medio ambiente a la esfera de los intercambios comerciales.
Nicholas Georgescu-Roegen, padre del concepto, fue uno de los primeros en detectar las fisuras en el sistema económico y alertó de que éste no se correspondía con las leyes físicas y biológicas. De esas fisuras, dicen sus defensores, surgen problemas como la pobreza. Para ellos, algo está fallando cuando las acciones de una empresa suben al despedir masivamente a sus trabajadores o cuando las guerras aumentan el PIB de algunos países. «La máquina puesta en marcha para crear bienes y productos es la misma que crea sistemáticamente la miseria», dijo el ex diplomático iraní Majid Rahnema. Nuevos indicadores como la huella ecológica se alzan como alternativas más realistas al denostado PIB.

¿Cuál es la solución? El decrecimiento no se refiere a una desaceleración o un crecimiento negativo del PIB, sino a una ausencia de crecimiento económico en favor de un aumento del bienestar, acompañado de una reducción demográfica. El lema es «vivir mejor con menos»... ¿pero cómo? En este punto es donde se bifurcan los distintos teóricos. Están los que exigen renunciar a toda tecnología, los que auguran el fin de la civilización humana, los que proponen una reducción drástica de la población o los que confían en la sensatez del hombre para hacer una transición gradual hacia una sociedad del bienestar verdadera. «Se trata de mantener cierto nivel de vida. Más lento, más pequeño, mejor», dice Ernest García. En todo caso, la transición hacia el decrecimiento no puede plantearse en términos económicos, recuerda Latouche.

Así pues, no existe un modelo definido, pero sí sugerencias de una sociedad futura basada en la cooperación, la eficiencia y el respeto a la naturaleza, donde la tecnología adecuada, como las energías renovables, nos permitirían mantener muchos de los hábitos de vida a los que estamos acostumbrados. «No es cuestión de volver a las cavernas», añade el catedrático, para alivio de muchos. Pero... ¿qué tienen de malo las cavernas?, se pregunta Latouche.
Sin llegar a las cavernas, muchas son las voces que se alzan pidiendo una desaceleración. Algo está fallando en nuestro sistema económico cuando en una semana la cotización en bolsa de muchas empresas ha bajado en un 20 %. ¿Acaso tienen un 20% menos de recursos humanos, materiales, producción, etc? Cuantitativamente tienen los mismos bienes, y sin embargo su cotización cae en picado. A su vez, en dos días de subida en la bolsa puede recuperar un 10%

Cualquier persona de la calle que no tengamos ni idea de economía nos preguntamos, ¿cómo es esto posible? Diríase que vivimos en una economía basada en la especulación y lejos de los bienes reales con los que contamos. La economía de mercado es virtual, está depredando el planeta, nos da unos sustos tremendos mandando a mucha gente al paro y genera mucha pobreza.

Dejo abierto el debate, si así lo estiman oportuno :wink:
Reciban un abrazo

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Mannaz
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Mensaje por Mannaz »

Querida Aurora, es un tema difícil. Personalmente digo que depende de lo que se entienda por crecer. Si como casi la mayoría, crecer es tener cada día más y más, esta claro que algún dia llegaremos al limite y esto se acaba.

Pero si por crecer entendemos el aprovechar mejor las cosas, el ser más felices disfrutando de lo que ya tenemos, si es posible seguir creciendo y mucho.

Como todo, depende de los conceptos. Me viene a la mente una frase que se puede aplicar a este mundo consumista que solo quiere más y más:

"No es más feliz quien más tiene sino quien disfruta de lo que tiene"

Un TAF
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joaquimvillalta
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Mensaje por joaquimvillalta »

Sin duda alguna, esta situación actual "obliga" a replantearnos los conceptos de bienestar, desarrollo, solidaridad y realización a niveles tanto social como individual. Es en los países desarrollados, principalmente, donde el "conductivismo" directo o indirecto, ha forzado a sus habitantes a determinadas aspiraciones hipotéticamente conducentes a la búsqueda de una "felicidad" cuantificable y ostentosa.
El frenesí del consumo, la posesión de bienes y la ostentación "a crédito" ha hipotecado ya no solo lo material, sino las vidas de muchas personas que permanecen, cual autómatas, en un teledirigido tránsito hacia ninguna parte. Como consecuencia de ese tornado, se ha aplastado a trabajadores de pueblos menos desarrollados con el fin de obtener de sus economías emergentes una mayor producción aún a costa de recibir a medio término el efecto boomerang en las propias clases trabajadoras y haciendo tambalear los esquemas de futuro en las prestaciones y garantías sociales ya dadas como adquiridas e inmutables, olvidando el auténtico valor de éstas y los siglos de esfuerzos para conseguirlas.
Se ha pecado de soberbia pensando que nuestras estructuras económicas eran sólidas y que los "ciclos" eran cosas del pasado y discursos de catastrofistas post-modernos. La ambición sin freno ha creado insultantes fortunas dando por válido el "tanto tienes, tanto vales" creando la imagen de "sumum" de la realización personal medida en "éxito/fracaso" material.
Es el momento de replantear un nuevo orden económico, ético y de interacción con nuestro entorno en un marco realmente globalizado, nos guste más o menos. Y en todo este "batiburrillo", ¿donde aparece nuestra felicidad? ¿en que consiste la misma? ¿qué es, de hecho? ¿No habremos muchos de nosotros caido en la trampa de ser presos en nuestra propia jaula de oro?
Todos, absolutamente todos, tenemos nuestra cuota de responsabilidad ante los retos que nos aguardan. No podemos, ni debemos, mirar hacia otro lado.

Joaquim
Franz
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GUIZMO
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Mensaje por GUIZMO »

joaquimvillalta escribió:Sin .
Es el momento de replantear un nuevo orden económico, ético y de interacción con nuestro entorno en un marco realmente globalizado, nos guste más o menos. Y en todo este "batiburrillo", ¿donde aparece nuestra felicidad? ¿en que consiste la misma? ¿qué es, de hecho? ¿No habremos muchos de nosotros caido en la trampa de ser presos en nuestra propia jaula de oro?
Todos, absolutamente todos, tenemos nuestra cuota de responsabilidad ante los retos que nos aguardan. No podemos, ni debemos, mirar hacia otro lado.
No se pueden llevar a cabo unas reformas económicas de ese tipo a nivel internacional sino hay pactos de los estados entre sí, y quede ni uno excluido.
Y ojo a algunos se les excluye pero es que otros se excluyen ellos solitos, con regimenes políticos totalitarios principalmente, donde el entenidmiento y la legislación consensuada en algo tan básico como es la dristribución de donativos alimenticios para su propia población es imposible.
Y claro, ¿como se derrocan esas formas de estado si no es mediante una acción militar?
Por poner un ejemplo simple, criticamos mucho a USA (yo el primero) por el papel que tiene internacionalmente de policia del mundo, pero por otra parte también es justo reconocer que en Europa de no ser por ellos los nazis se nos habrían comido con patatas, es por eso que en algunas cosas y lo digo bien alto Dios bendiga a América

Crear una legislación internacional nueva de mercado es imposible si no hay consensos mínimos y muchos de esos consensos mínimos con muchos gobiernos es un diálogo de sordos.
Por ejemplo una de las cosas que se debería legislar para que esas reformas económicas se llevaran a cabo, es decir, para reducir el consumo y aprovechar mejor los recursos finitos de nuestro planeta, debería ser el control de la natalidad, pero claro como demonios le pedimos a muchos países que ejerzan un control de la natalidad sino tienen medios ni para cubrir las necesidades básicas de su población.
Por otra parte, si alguien no cumple a rajatabla con las pretensiones de natalidad imaginarias ¿que hacemos? ¿hacemos como los chinos y nos dedicamos a matar o regalar a seres humanos como si fueran un objeto?
Y si hay un montón de estados que se oponen a esas medidas, que serían muy numerosos segurísimo y que disponen además de esos recursos necesarios para un orden mundial estable ¿que hacemos?

También creo, que aunque las pretensiones de un nuevo orden económico y social internacional sean buenas, inevitablemente también tendríamos que recurrir a la fuerza militar por desgracia en muchas zonas del planeta, hecho que también a algunos les horroriza en extremo y esa opción absolutamente necesaria en ese caso, no querrán oir ni hablar de ello muchas personas, mirarán a otro lado, se continuarán escandalizando de lo injusto del sistema, y las cosas seguirán igual eternamente.

Podemos optar por la mejor opción que es esperar a que la conciencia colectiva en pro de esa reforma imaginaria global sea paulatina, y entonces no sería necesaria la intervención militar, pero es que resulta que si tenemos que esperar, por poner otro ejemplo, que muchos estados clericales musulmanes o similares evolucionen mayoritariamente hacia esa nueva conciencia global, para aquel entonces no habrá humanidad a la que salvar.
Iblis Respondió: "No soy quien para postrarme ante un ser humano creado del barro, mientras yo he sido creado del fuego". Dios respondió "¿te enorgulleces en él? ¡Sal de los cielos! ¡Tú eres lapidable! (El Corán)
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