Arturo Taracido Veira
Publicado: Mié Abr 15, 2009 6:53 pm
Sabiendo que hay muchos personajes históricos masones, reyes, presidentes de gobierno, científicos, etc, suelo sentir preferencia por traer la biografía de masones de a pie, hombres sencillos que fueron perseguidos injustamente.
Es un modo de rendir homenaje a la memoria de estos hermanos, pues no tuvieron en vida honores ni reconocimiento.
Su vida fué dificil, y aún así, materializaron en sí mismos el ideario del buen masón que siguieron hasta su muerte, y conservaron en su corazón la llama ardiente del amor a todos los seres humanos
Arturo Taracido Veira
Nació en A Coruña en 1887. Estudió en la Escuela de Profesorado Mercantil, siendo después profesor auxiliar. Se dedicó al comercio.
Fue concejal y primer teniente de alcalde del Ayuntamiento coruñés al comienzo del régimen republicano, y miembro de la Diputacion Provincial.
Su ideología política y su condición masónica (era grado 3º de la Logia Suevia, con el nombre simbólico de Pangloss ) hicieron que fuese denunciado en los primeros días del alzamiento de 1936 y detenido. Le salvó de la muerte Manuel Sáez.
Pasó la guerra encarcelado. Taracido fue condenado a doce años por el Tribunal de Represión de la Masonería y el Comunismo, así como a inhabilitación absoluta perpetua para cualquier cargo público. En un informe policial de 1937 se le calificaba como «elemento muy destacado de la nefasta política republicana».
A finales de 1941, ingresó en la prisión madrileña de Conde Peñalver, después lo enviaron a la isla de Fuerteventura, más tarde a León y Lugo, finalmente en 1946 pudo volver a su ciudad. Una vez allí hizo todo lo posible por proteger a republicanos perseguidos, entre ellos a Esther, la hija de Casares Quiroga, que estuvo retenida 19 años en A Coruña acusada de ser hija de su padre.
A Coruña
Como ven, es una historia similar a muchas acaecidas en aquel tiempo. Lo que me ha motivado a acercarlo aquí es uno de sus escritos: "Cartas a mis nietos: el culto de la violencia", que pueden encontrar aquí, y de los que destaco algunas frases: http://www.librodenotas.com/almacen/Arc ... tml#006135
Un abrazo

Es un modo de rendir homenaje a la memoria de estos hermanos, pues no tuvieron en vida honores ni reconocimiento.
Su vida fué dificil, y aún así, materializaron en sí mismos el ideario del buen masón que siguieron hasta su muerte, y conservaron en su corazón la llama ardiente del amor a todos los seres humanos
Arturo Taracido Veira

Nació en A Coruña en 1887. Estudió en la Escuela de Profesorado Mercantil, siendo después profesor auxiliar. Se dedicó al comercio.
Fue concejal y primer teniente de alcalde del Ayuntamiento coruñés al comienzo del régimen republicano, y miembro de la Diputacion Provincial.
Su ideología política y su condición masónica (era grado 3º de la Logia Suevia, con el nombre simbólico de Pangloss ) hicieron que fuese denunciado en los primeros días del alzamiento de 1936 y detenido. Le salvó de la muerte Manuel Sáez.
Pasó la guerra encarcelado. Taracido fue condenado a doce años por el Tribunal de Represión de la Masonería y el Comunismo, así como a inhabilitación absoluta perpetua para cualquier cargo público. En un informe policial de 1937 se le calificaba como «elemento muy destacado de la nefasta política republicana».
A finales de 1941, ingresó en la prisión madrileña de Conde Peñalver, después lo enviaron a la isla de Fuerteventura, más tarde a León y Lugo, finalmente en 1946 pudo volver a su ciudad. Una vez allí hizo todo lo posible por proteger a republicanos perseguidos, entre ellos a Esther, la hija de Casares Quiroga, que estuvo retenida 19 años en A Coruña acusada de ser hija de su padre.

A Coruña
Como ven, es una historia similar a muchas acaecidas en aquel tiempo. Lo que me ha motivado a acercarlo aquí es uno de sus escritos: "Cartas a mis nietos: el culto de la violencia", que pueden encontrar aquí, y de los que destaco algunas frases: http://www.librodenotas.com/almacen/Arc ... tml#006135
Mientras haya seres humanos que habiendo recibido violencia, respondan con paz, habrá esperanza para la Humanidad.De unos años a esta parte, querido Heliodoro, se viene pregonando, como culminación y consagración de una práctica victoriosa, el culto a la violencia. Se arguyen en su favor —signo jubilar de estos tiempos— y se emplea como catapulta contra los contradictores potenciales o declarados, el argumento de que la violencia es también arma usual de los poderes constituídos.
No te dejes engañar. El culto a la violencia es uno de tantos pasos atrás que se marcan en los vaivenes humanos del camino de la civilización. Suponen en ella siempre un retroceso, cualquiera que sea el nombre glorioso que ostente como rótulo o el aparente bien que se le señale como fin...
... Pero hay un principio moral heredado de lo más escogido de nuestros mayores que ha soportado victoriosamente las asechanzas de estos tiempos azarosos: el de que el fin no justifica los medios...
... Sobran en la historia de la humanidad ejemplos de enemigos de la violencia cuando eran víctimas de ella y que luego, al verse dueños del poder, la aplicaron a sus detractores con más saña de la que habían empleado con ellos. Su intransigencia primaria no había sido atenuada ni aún con el triunfo, y constituyó en el resto de su vida norma de conducta ser implacables con el adversario, sin advertir que proporcionaban a éste motivos tan sólidos y graves como los que a ellos les habían llevado a adoptar actitud revolucionaria sin cuartel. Así se perpetuaba la violencia. Adquiría carta social de naturaleza.
Eamon de Valera y Gandhi
No; la violencia engendra violencia. Se dijo de muchos modos y en innumerables ocasiones, y la realidad lo ha confirmado. Al fin y al cabo, es manifestación primaria de la lucha por la existencia, resto de animalidad. Si la civilización ha proporcionado algún bien de alto valor, ha sido precisamente el de modificar estos instintos primarios a medida que evolucionaba su capacidad mental.
Las religiones que más perduran son las creadas por seres excepcionales que predicaron y practicaron el bien y condenaron la violencia. Pero aún en nuestros tiempos destacan con relieve ejemplar en tal sentido De Valera en Irlanda y Gandi en la India, prefiriendo el propio sacrificio a todo acto violento: ser víctima a ser victimario.
El triunfo de esta conducta egregia, exponente de un espíritu de primera magnitud y para adoptar la cual se precisa valor sin límites, no puede ponerse en duda.
Es éste, querido nieto, tema del que cabe hablar mucho. Dejémoslo por hoy. Tu abuelo
Un abrazo


